viernes, 14 de septiembre de 2007

Director 2007.9.14

Aquellas personas que tenemos cáncer, en líneas generales, nos solemos dar ánimo los unos a los otros, porque el sufrir tal o cual tipo de cáncer no debe ni tiene porqué cambiar nuestro modelo de vida o nuestro comportamiento para con los demás. El mero hecho de sufrir una de las tantas enfermedades que acechan al ser humano no debe preocuparnos demasiado. Primero, porque los estudiosos de la medicina no cesan en seguir buscando el por qué de cada enfermedad. Y segundo, porque, como católico que soy y creyente, el irme a un mundo o lugar desconocido no me crea ningún trauma. Lo que me joroba, como simple racional, es dejar de ver, oír y acariciar a los seres queridos, a las amistades imprescindibles y a los compañeros de trabajo. A los compañeros de trabajo, porque con ellos he pasado miles y miles de horas gratas e ingratas, debido a la responsabilidad de cada uno. A las amistades que tanto me acompañaron durante un caminar de casi tres cuartos de siglo y con los que sólo se han compartido las situaciones buenas. Y dejo para el final a esos seres que han sido tan especiales para cada uno de nosotros: las personas amadas de formas especiales. La primera persona que despertó en nosotros el cosquilleo del amor y los sueños en despierto. La persona que quiso acompañarnos durante equis tiempo o durante toda la vida, por el mero hecho de amarnos… y a cambio de retribuirla con respeto y cariño… nos ha regalado el más grande de los regalos: los hijos. También está, porqué no, aquella persona que en la soledad social, despertó en nosotros la ansiedad de ver en positivo el inicio de cada día… o la segunda o tercera juventud, que esa persona transmite a su alrededor… o descubrir que una sonrisa suya la bebemos con la desesperación del sediento… o que su piel si hace contacto con el aire hace estremecer al mismo cielo.
Pues, el señor Santos, que conocí hace unos años en la zona de La racha, nos ha dejado para siempre… y él se perderá de aquí en adelante, todo lo anterior. Para quienes somos creyentes de una fe en un ser Supremo y de la belleza que nos rodea, le deseamos un eterno descanso. ¡Ah!. Y el cáncer que se fue con él, no era más dañino que el que golpea a nuestra juventud los fines de semana… por culpa del alcohol y de la velocidad inadecuada de los vehículos que llevan entre manos.
Si quieren seguir disfrutando de toda la belleza que nos envuelve, no piensen en negativo. Como diría aquel entrenador del Club de Futbol Barcelona, piensen en positivo… y todo será más llevadero.

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