lunes, 3 de septiembre de 2007

Quizás...

Quizás hablamos idiomas distintos.

Recuerdo haber escrito (¿o debo decir, haber soñado?) que una hermosa situación entre dos personas adultas, al cabo de un par de semanas, resultó que una de las partes ni ha entendido nada ni ha comprendido nada; aun cuando al siguiente día de aquella escena tan de adultos y tan sincera, el receptor de tan increíbles imágenes, relató que aquel inesperado regalo sólo podía estar presente como “globo sonda” para el estudio de los comportamientos humanos, entre seres de distintos sexos y con formaciones culturales separadas por casi medio siglo.
Sigo pensando, aun corriendo el riesgo de cometer un error de simple apreciación, que la vida si es justa, debe repetir la belleza que puede regalar una simple silla y la espontaneidad de quien sabe que juega con cartas a su favor.
¿Por qué a la mayoría de los mortales les cuesta tanto trabajo o sonrojo confesar abiertamente que sienten amor?... El amar no tiene limitaciones de ningún tipo… Y mucho menos, cuando el que ama no pide nada a cambio… Simplemente que las más sensibles imágenes queden archivadas en la parte más entrañable del cerebro.
Luís de Miranda

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