jueves, 14 de febrero de 2008

Director 2008.02.14

Director 2008.02.14
Hoy, día de San Valentín, parece ser que es la fecha en que tenemos que demostrar a quien ha querido voluntariamente caminar a nuestro lado por un tiempo indefinido que le respetamos y queremos como jamás habíamos soñado.
Personalmente, y que me perdonen todas las Firmas Comerciales que encontramos en nuestro espectro informativo, creo que se trata de una bien pensada operación de mercadeo, al estilo americano. Porque, créanme, señoras y señores radioyentes, que esta esperada jornada de amor la considero absurda y por añadidura, no sirve para nada… a nivel afectivo. Sí sirve para las Firmas Comerciales que nos brindan todo cuanto podemos hallar en las más prestigiosas Joyerías … o una interminable amalgama de perfumes, como si se tratase de la novela del mismo nombre, donde el personaje principal distinguía y clasificaba a sus vecinos por el olor del rellano de la escalera … o por el número de caballos de vapor que tal o cual modelo de coche nos presenta el correspondiente Concesionario… o por el tipo de tejido de los pañuelos y las corbatas que deberá usar el varon… o por la calidad de la seda de la blusa de la fémina… En fín, que al estar bombardeados por los distintos medios de comunicación, nos han convertido en unos meros figurantes de una obra de teatro muy bien programada y cuya única espectadora es la Sociedad de Consumo: la que, por cierto, se dirige inexorablemente a su propia idiotez.
Los días de San Valentín son los 364 restantes al día de hoy, donde con nuestro desvelo, respeto y colaboración hemos forjado un hogar maravilloso, donde no tienen cabida las estupideces de unos cuantos, sino la compenetración, la sencillez y los desvelos por quienes pasaron a formar parte del origen de que la humanidad siga adelante con un corazón cargado de sensibilidad y como aderezo unas gotas de fantasía… y sin dejar de tener los pies en el suelo.
El amor es algo maravilloso… nos lo demuestra esta partitura que vamos a escuchar a continuación y que fue escrita por alguien que nada tenía que ver con la actual sociedad.
Luís de Miranda.

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