sábado, 29 de diciembre de 2007

Director 2007.12.29

Supongo que todos nosotros somos conscientes de que nos quedan 69 días hábiles para depositar la papeleta que condene o premie a tal o cual Partido Político, ya que en España no nos permiten todavía elegir directamente al Primer Ministro (llamado pomposamente, Presidente del Gobierno Español); esa facultad queda para los Partidos Políticos minoritarios, los que no representan ni el 15% del sufragio nacional. Y como me recordó un radioyente de 24 años de edad, a las nueve y media de esta mañana, “mientras sean cuatro matados los que gobiernen mi País, no aceptaré este sistema como democracia; pero tampoco dejaré de votar, que quede claro. Y lo más sangrante es que este método de subir al poder nadie quiere cambiarlo. Por lo tanto, tendremos que ser los jóvenes los que tapemos esta cloaca; más pronto que tarde”.
A parte de agradecerle sus palabras, al colgar el teléfono me sentí un poco mejor, pues me identifiqué con el joven votante. Me vino a la memoria el año de 1972 cuando los que ahora andamos acariciando los sesenta (e incluso los que ya los hemos rebasado) nos la jugamos para que en Europa se diesen cuenta de que estábamos abriendo las puertas para que comenzase a llegar lo desconocido: un sistema atractivo que llamaban democracia. Y la democracia consistía, en pocas palabras, en presentar una ideas o proyectos; los que una vez argumentados, estudiados y analizados se sometían a votación popular. Y el que más votos sacase, era el ganador.
Pues, en el presente de indicativo actual, resulta que se aplica todo lo contrario por lo que hemos luchado y soñado. Ahora quien “corta el bacalao” son los dirigentes de Partidos Políticos que no representan casi nada, ante una nueva sociedad aburguesada y, en algunas zonas geográficas, subvencionada… para que siga viviendo como las plantas parásitas: a costa de otras. Ahora quien marca las pautas de una familia política adinerada son quienes proceden de familias humildes y predican la defensa y la lucha por quienes tienen dificultades para encontrar trabajo o simplemente “llegar a fin de mes”, mostrándonos la vida burguesa en todo su esplendor: coches de lujo; despachos de ensueño, vacaciones extra fronterizas en Hoteles de cinco o más estrellas; envío de los hijos a Paises de la Comunidad europea o de otros Continentes, para que no se deformen intelectuallmente, como lo están haciendo los hijos de los que no pueden pagarse esos extras.
Una de las muchas lecciones que se pueden aprender en los países de América Latina es que los gobernantes “pata en el suelo” (o sea, los que no han conocido la opulencia; más bien, la miseria) se han vuelto locos ante las bondades que genera la riqueza que puede guardarse en una simple cuenta corriente de un gran Banco Norteamericano o de Países denominados “Paraísos fiscales”. Cuando estos pobres infelices se dan cuenta de que tienen acceso a un “sunami de divisas fuertes” y que el puesto que ocupan, sumado al saldo de moneda fuerte, les permite alcanzar altas cotas de poder… se olvidan totalmente de sus ideologías políticas y sociales… y comienzan a tratar a sus votantes como incómodos súbditos, como ignorantes apestados o como simple abono de una demagogia contagiosa… para dar paso, abrazar y obedecer a los propietarios de los medios informativos y de las finanzas, pues serán ellos, y sólo ellos, quienes dirán cuando y cómo dejarán el bastón de mando nacional, regional, provincial o local. Todo depende del grado de inclinación que mantenga discretamente (tomando como bisagra la propia cintura) y de la capacidad de corrupción que está dispuesto asumir… mientras sus esposas e hijas se van de compras a Nueva York, a París, a Londres o a Roma. Es que lo atractivo de la vida burguesa es verse volando en jets privados; navegando en yates decorados con maderas nobles; manejando tarjetas de crédito “oro”, donde no existe el límite; ocupando el asiento trasero de una “limusina” o en su lugar el de un buen coche de lujo; sentándose en tapicerías de cuero extraordinariamente tratado; durmiendo entre sábanas de seda y recibiendo unos relajantes baños térmicos y coronados por unas expertas manos masculinas, femeninas o neutras… (eso va a gusto del consumidor) que nos masajearán hasta sentir el deseo inconfesable.
¿Entienden ahora, porqué a quienes no son nadie a nivel económico les gusta gastar el dinero público, sin medida?... Al fin y al cabo en este primer trimestre del 2008, se irán a la santa calle, un poco más de 27.000 personas. Y por otro lado, nuestra deuda se ha incrementado en un 8% (por aquello de que como el dinero público no es de nadie), situándonos en la escalofriante cifra de ochenta mil millones de euros.
Pienso que a veces la cadena perpetua no debería estar limitada a 30 años. Como mínimo, a noventa.Y ahora llámenme lo que a ustedes (mis fieles detractores) les produzca mayor placer.
Espero que en un futuro cercano, broten como los hongos en el campo, jóvenes como el que me ha llamado por teléfono… y establezcan una democracia en esta bendita España.

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