jueves, 10 de julio de 2008

Director 2008.07.09

Imagino que la gran mayoría de nosotros les dijimos por activa y por pasiva a nuestros hijos que si llegaban vientos de prosperidad al hogar que pensasen que más adelante, éstos (me refiero a los vientos) pueden dar un giro de 180ª . De ahí que sea de gente sensata y responsable, que se aparte un equis por ciento de los ingresos… para cuando se nos presente la conocida maldición de “las vacas flacas”.Entiendo que no es agradable oír o leer que “las vacas flacas” se han instalado en España y por un tiempo mínimo de cinco años: como los nuevos contratos de alquiler de viviendas. Y ese quinquenio podría prorrogarse si no ponemos de una vez por todas los medios necesarios para blindar nuestras fronteras e impedir una entrada cercana a los cien millones de africanos: los que una vez recibidas las atenciones humanitarias que tantos millones nos están costando a los españoles , cubrirán los alrededores de los basureros levantando chavolas, ranchitos o fabelas (con “b” o con “v”, como ustedes quieran) y recurriendo a los instintos de supervivencia (para ellos) y a la delincuencia (para nosotros). Y mientras tanto, los impresentables explotadores de las miserias humanas les darán el equivalente a un plato de arroz, dejando en la calle a nuestros hijos, esposas, esposos, hermanos haciendo cola a las puertas del INEM… y aprovechando que el Ministerio del Trabajo, a través de las Consejerías, no efectúa ningún seguimiento a tal corrupción. ¿Y qué me dicen de los sindicalistas?... Estos sólo están para calentarle la cabeza a quienes están trabajando y para hacerles la vida imposible a los patrones que manejan la situación de “río revuelto” con unos parámetros cuasi aceptables… y con tal modo provocar el cierre de la Empresa, ya que el verdadero socialismo no puede permitir que las bolsas de empleo no estén en manos de “papá Estado”.
Y mientras ese soñado socialismo no llegue a todos los estratos sociales, seguiremos jugando al avestruz y pidiendo “otra de gambas” que paga el pueblo.
Luís de Miranda.

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