Ignoro cual es mi porcentaje de credibilidad o de inocencia sobre quienes tenemos la osadía y la oportunidad de poder hacer llegar a ustedes nuestras reflexiones, nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestros sueños y nuestras fantasías. Desde que mis maestros Ulpiano Vigil Escalera (entonces director del Diario “Amanecer” de Zaragoza) y Álvaro Cunqueiro (entonces director del Diario Faro de Vigo) me enseñaron a controlar y guiar la información (como ahora) o la fantasía (a través de mis novelas) reconozco sin rubor que me siento muy bien conmigo. Y es que cuando se trata de informar, sólo hay que constatar que lo que estamos dando a nuestros lectores y radioyentes es lo que entendemos, en términos jurídicos, como la verdad. Sin embargo cuando queremos dejar constancia de nuestros sueños, la información está incompleta, ya que éstos (los sueños) nos suelen jugar una mala pasada o ponernos en el sendero de la fantasía; cual es la de dejarnos sin el final de la historia o descubriéndonos que todo era irreal, lo que todavía es peor.
Una vez que sabemos en que punto nos encontramos, y si nos gusta escribir o transmitir, pasamos a la fase siguiente: dar rienda suelta a nuestros sueños, a través de la fantasía, y dirigirlos sin pausa. El problema está en que algunos de nuestros congéneres necesitan estar en plena soledad, porque sienten vergüenza, ante la simple sospecha de que podamos descubrir su fantasía. Mientras que otros encauzamos nuestros deseos a través de mensajes y gestos de ansiedad o por medio de miradas que marcan el punto de destino, donde nuestra verdad quiere estar disfrutando de los placeres de la vida: un buen descanso, una buena comida, un buen concierto, una buena compañía y de esos minutos –siempre pocos- al lado de seres maravillosos que nos regalan paz y felicidad… manteniéndose en el anonimato y dejándonos disfrutar, con la mayor comprensión, de aquello que jamás sabremos valorar en su justa medida… pero que tanta ansiedad despierta en quienes creemos en el amor… y en silencio.
viernes, 5 de octubre de 2007
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