martes, 9 de octubre de 2007

Director 2007.10.09

Diariamente vemos pasar a seres semejantes a nosotros con cara de enfado o de preocupación o de ansiedad o de indiferencia o de vergüenza. Pero de todos ellos, los que más fácilmente se delatan son los de ansiedad y los que sienten vergüenza, por miedo a caer en el ridículo.
La ansiedad no bien dirigida puede desembocar en una depresión de caballo. Claro está, que también depende del tipo de ansiedad que suframos y hacia qué o por quien la sufrimos.
Voy a poner un ejemplo… Supongamos que hace un par de meses usted o yo hemos conocido a alguien que nos ha impactado, por la circunstancia que fuera o fuese. (Me estoy refiriendo a los varones y a las lesbianas; ya que mi formación y mis genes no me permiten acercarme a lo que piensan y sienten las mujeres)… Pues bien. Como les decía, supongamos, sólo supongamos, que hace un par de meses he conocido a una mujer maravillosa: inteligente, discreta y vergonzosa, muy vergonzosa. Supongamos, sólo supongamos, que esta bendición del Cielo vino hasta mí para ayudarme y enseñarme a afrontar los problemas que me puedan surgir a diario. Supongamos, sólo supongamos, que esta belleza, a la que siempre le estaré agradecido por su incalculable ayuda laboral, resulta que posee, a parte de los verdaderamente importantes y ya descritos, unos complementos físicos que despiertan mis sentidos y mis ansias de seguir viviendo feliz al lado de los míos. Y es que cuando uno se topa a tres o cuatro centímetros de aquello que tanto se admira y que tanto se desea… puede desembocarse en una depresión de caballo, si esas vivencias no se dosifican o canalizan… ya que el tener a cortísima distancia los senos más sensuales que jamás haya tenido al alcance de mis besos y caricias es algo que debo guardar en la mente, sin faltarle al respeto a quien tanto debo y admiro.
En resumen. Todos aquellos que tienen la fortuna de disfrutar de los tesoros humanos, no se repriman ni sientan vergüenza al descubrir que otros semejantes a nosotros saben valorar lo que la Madre Naturaleza ha depositado en forma de rostro, piernas, senos y brazos; como también valorarán, valoraremos todas aquellas virtudes humanas que son intangibles… las que realmente valen la pena y además perduran hasta el fin de los días.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por quien va esta entrada? xD
Parece que conoces a esa chica de verdad.