lunes, 22 de octubre de 2007

Director 2007.10.22

Sin querer restar protagonismo a nuestro fiel colaborador, Pablo Carvajal, ya que él es quien lleva el peso y los conocimientos de los mundos del motor y la vela, desearía felicitar a Fernando Alonso, por dos motivos: el primero, porque ha sabido aguantar todas las cabritadas que le han hecho los altos dirigentes del equipo que representa; y el segundo, porque en el día de ayer se enfrentó (y lo digo con los mayores respetos a la Firma Citröen) a dos “Ferraris” con un humilde “2cv”. Es verdad que el carácter del joven asturiano no cae bien a la gran mayoría de sus seguidores (tal vez, por su prepotencia); pero eso no ha sido ni es obvio para que la totalidad de los españoles de bien y los asturianos, en particular, no sintamos en lo más profundo de nuestros corazones que no haya podido llevarse, por tercer año consecutivo, el título de campeón del mundo. Sin embargo pienso que existe unanimidad en que preferimos que tal título haya recaído en el piloto nórdico que en el protegido Lewis Hamilton por la señora de Ron Dennos.
Copiando una operación que tuvo lugar en nuestra querida España, con don Jesús de Polanco (q.e.p.d.) cuando compró la cadena de Radio “Antena 3”, para borrarla del mapa y pasar al primer puesto de audiencia de la “Cadena SER”, que era la que ocupaba el segundo puesto en aquellas fechas; el matrimonio Dennis ha hecho exactamente lo mismo: comprar al bicampeón del mundo, borrarlo del mapa y pasar al ahijado querido de la señora Dennis a ser el futuro rey de la Fórmula-1.
Pero con lo que no contaron todos aquellos que apoyaron tal idea es que el muchacho asturiano les iba ha salir respondón… y que la historia de Sodoma y Gomorra… tampoco la quiso aceptar. Total, que por ser hijos de la Gran Bretaña, la llamada Ley Suprema (en la que yo siempre he creído y creo) les dejó sin el Santo y sin la limosna. Y supongo que desde que ayer la señora Dennis habrá sido consolada por su ahijado Lewis Hamilton… y viceversa.
En Venezuela cuando alguien jugaba con cartas trucadas o era infiel a su pareja, solían decir lo siguiente: “el que asa dos conejos a la vez corre el riesgo de que uno de ellos se le queme. Pero la realidad suele quemar a los dos”.
Querido Fernando Alonso, ojalá que esta dura experiencia te haya enseñado dos cosas: Una, la de no violar otro sabio dicho: “de bien nacidos es ser agradecido”… y tú no has sido agradecido a quien te dio a conocer: Renault… Y dos, que la s tentaciones hay que saber vencerlas y no todo en la vida es ganar y ganar millones, porque por muy pocos que ganaras en Renault, jamás serías capaz de gastarlos, salvo que los quemases en una de las hogueras de San Juan. Y como “la ambición mata al hombre”… he ahí el resultado.
Pero bueno, una cura de humildad no le viene mal a nadie. Y tú te le estabas mereciendo desde que subiste por vez primera a un cajón. Regresa a tus orígenes y verás como te sentirás mejor… y más querido.

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