martes, 23 de octubre de 2007

Director 2007.10.23

¿Recuerdan ustedes que el hoy Presidente del Gobierno Español, don José Luís Rodríguez Zapatero, durante su campaña electoral prometió que el salario mínimo sería de 600 euros?... Quizás quienes no lo recuerdan o no quieren recordar son todos aquellos que votaron por él… Pues, la verdad es que los salarios se quedaron en 570 euros. Al fin y al cabo quien ocupa vivienda gratis, coche gratis, helicóptero gratis, aviones del ejército gratis, un sueldo mensual superior al del Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica y una larga lista de extras, lo de 570 le pareció suficiente.
Ahora, para ese 8% de los pensionistas y mediopensionistas, está prometiendo que nadie cobrará menos de 800 euros. Y desde aquí les apuesto una coca-cola a que eso nunca lo verán mientras este caballero siga en La Moncloa. ¿En que me baso?... En que cuando el señor Rodríguez Zapatero llegó a La Moncloa, el salario mínimo de los españoles –en un universo de 30 países- sólo superaba a Grecia y a Portugal… y hoy, 23 de octubre de 2007, sólo superamos a Portugal, puesto que Grecia ya nos ha superado. O sea que de antepenúltimos hemos pasado a penúltimos con unos gobernantes que se hacen llamar socialistas, pero que sus formas de vivir –públicas y privadas- son ciento por ciento semejantes a las de los grandes magnates de la economía… y además no se cortan un pelo para que les veamos nadar a ellos y a sus familiares directos en la abundancia: reservan mesas en restaurantes de cinco tenedores, a cuenta de nuestros impuestos; degustan los mejores y más exquisitos platos, a cuenta de nuestros impuestos; cambian las decoraciones de sus lugares de residencia, a cuenta de nuestros impuestos; cambian los coches oficiales, a cuenta de nuestros impuestos; redecoran los lugares de trabajo y ocio, a cuenta de nuestros impuestos; visten las mejores sedas, van a la última moda ellos y sus familiares directos, a cuenta de nuestros impuestos; compran ellos y sus familiares los últimos avances de la tecnología digital y del inacabable mundo de la informática, a cuenta de nuestros impuestos… y así podía estar durante una hora enumerando las diferencias entre ellos y los que pagamos impuestos.
Creo que se pueden imaginar lo que siento cuando tengo que escribir estas cosas y veo, al igual que ustedes, a miles y miles de mayores olvidados de la mano del Gobierno y muriendo en el olvido más inhumano, como si se tratasen de perros callejeros. Pero recurriendo a la demagogia de los progresistas, les escribiré lo siguiente “los cadáveres de esas pobres criaturas ¿en cual de las dos cunetas los enterramos, señor Zapatero? ¿En la cuneta de su abuelo o en la cuneta de mi abuelo?...”.
¿Recuerdan ustedes que el hoy Presidente del Gobierno Español, don José Luís Rodríguez Zapatero, durante su campaña electoral prometió que el salario mínimo sería de 600 euros?... Quizás quienes no lo recuerdan o no quieren recordar son todos aquellos que votaron por él… Pues, la verdad es que los salarios se quedaron en 570 euros. Al fin y al cabo quien ocupa vivienda gratis, coche gratis, helicóptero gratis, aviones del ejército gratis, un sueldo mensual superior al del Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica y una larga lista de extras, lo de 570 le pareció suficiente.
Ahora, para ese 8% de los pensionistas y mediopensionistas, está prometiendo que nadie cobrará menos de 800 euros. Y desde aquí les apuesto una coca-cola a que eso nunca lo verán mientras este caballero siga en La Moncloa. ¿En que me baso?... En que cuando el señor Rodríguez Zapatero llegó a La Moncloa, el salario mínimo de los españoles –en un universo de 30 países- sólo superaba a Grecia y a Portugal… y hoy, 23 de octubre de 2007, sólo superamos a Portugal, puesto que Grecia ya nos ha superado. O sea que de antepenúltimos hemos pasado a penúltimos con unos gobernantes que se hacen llamar socialistas, pero que sus formas de vivir –públicas y privadas- son ciento por ciento semejantes a las de los grandes magnates de la economía… y además no se cortan un pelo para que les veamos nadar a ellos y a sus familiares directos en la abundancia: reservan mesas en restaurantes de cinco tenedores, a cuenta de nuestros impuestos; degustan los mejores y más exquisitos platos, a cuenta de nuestros impuestos; cambian las decoraciones de sus lugares de residencia, a cuenta de nuestros impuestos; cambian los coches oficiales, a cuenta de nuestros impuestos; redecoran los lugares de trabajo y ocio, a cuenta de nuestros impuestos; visten las mejores sedas, van a la última moda ellos y sus familiares directos, a cuenta de nuestros impuestos; compran ellos y sus familiares los últimos avances de la tecnología digital y del inacabable mundo de la informática, a cuenta de nuestros impuestos… y así podía estar durante una hora enumerando las diferencias entre ellos y los que pagamos impuestos.
Creo que se pueden imaginar lo que siento cuando tengo que escribir estas cosas y veo, al igual que ustedes, a miles y miles de mayores olvidados de la mano del Gobierno y muriendo en el olvido más inhumano, como si se tratasen de perros callejeros. Pero recurriendo a la demagogia de los progresistas, les escribiré lo siguiente “los cadáveres de esas pobres criaturas ¿en cual de las dos cunetas los enterramos, señor Zapatero? ¿En la cuneta de su abuelo o en la cuneta de mi abuelo?...”.

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