jueves, 25 de octubre de 2007

Director 2007.10.25

Recordarán ustedes que en mi comentario del día de ayer , entre otros argumentos, les dije que conozco bastante bien a los países que integran la América Latina… y su credo básico: los problemas de los hombres los solucionan los hombres. ¿Qué quiere esto decir?... Que esos pueblos dejaron de creer en la Justicia hace unas cuantas décadas, por no decir desde que fueron conquistados por España y Portugal, mayoritariamente. Y como no creen en la Justicia, ya que la corrupción la ha devorado y dejó de existir, los hombres, los cabezas de familia, deciden –según la gravedad del delito cometido- lo que hay que hacer con los delincuentes. Y corrobora cuanto les digo el hecho de que desde distintas representaciones de la población ecuatoriana se pide que no recurran a la venganza.
El problema que se le presenta al Gobierno español, puesto que el propio Presidente de Ecuador en persona pide una explicación a su homólogo español sobre lo ocurrido con una ciudadana suya y que fue grabado por las cámaras de seguridad. Y a más a más, envió a España a la Ministra de Asuntos Exteriores; la que con el señor Embajador de Ecuador en España y el señor Cónsul de Ecuador, con sede en Barcelona, presentaron denuncia ante el Juzgado correspondiente ya que no entienden por qué ese delincuente no ha sido detenido.
Sinceramente aplaudo cuanto está haciendo el Gobierno de Ecuador, pues estaba claro que al tratarse de una simple emigrante, y a pesar de la filmación que está dando la vuelta al mundo, los visos que estaba tomando el caso era de sobreseimiento, con la disculpa de que la familia de la víctima no había presentado la correspondiente denuncia.
Pongamos la mano sobre el corazón, ¿donde quiera que esta menor denunciase los hechos, la iban a creer?... Ni de broma… Primero, porque aunque este bendito pueblo español lo niegue, sigue siendo un pueblo racista. Y la demostración estuvo en el vagón donde ha sido agredida la joven: nadie ha movido un dedo para intentar detener a aquel salvaje. Segundo, porque en los interrogatorios se iban a ensañar con ella con la disculpa de que necesitaban la máxima información. Y tercero, en el supuesto de que hubiesen dado con ese deshecho humano, y después del careo, la razón se la llevaría él… ya que la realidad sería un producto de la fantasía de una menor: ningún joven español se comporta así… y menos, en público.
¿Quedan claros mis argumentos?... Me apuesto unas coca-colas a que más de un padre estará diciendo en estos instantes: “oye, que no es para tanto. Al fin y al cabo sólo le tocó un seno y le dio una patada en la boca”.

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