viernes, 26 de octubre de 2007

Director 2007.10.26

Vamos a ver si soy bien o mal comprendido; o si ustedes lo prefiere, deseo ser bien entendido o ser condenado al fuego eterno. No creo que a estas alturas de la película, puesto que llevo 408 comentarios escritos y leídos, que se me tache de laicista o de anticatólico o de ateo o de agnóstico; ya que jamás he ocultado que profeso la religión católica, apostólica y romana. Pues bien, espero que por parte de los padres que acompañan a sus hijos al Colegio de los Salesianos de La Coruña, no se enfaden conmigo o me pinten una hipotética diana en mi casa, por cuanto voy a exponer a continuación. Yo que soy padre y que llevé a mis hijos en coche a sus correspondientes Colegios: al mayor, en París; a la hija, en Caracas; y al menor de los tres, en La Coruña, jamás provoqué ningún tipo de atasco, como el que ustedes generan delante de Los Salesianos de La Coruña. ¿Y saben por qué?... Porque en todos ellos había unos responsables, en la puerta principal, donde se hacían cargo de nuestros hijos, sin necesidad de que los padres bajásemos de los vehículos, dejando los coches “tirados” de cualquier manera, sin pensar que habemos otros ciudadanos que nos dirigimos a nuestros puestos de trabajo y que por culpa de ustedes tenemos que salir de casa equis minutos antes, quemar más combustible de lo necesario con lo cual incrementamos el bióxido de carbono… ahora que todos estamos preocupadísimos del cambio climático.
Si de lo que se trata es de que ustedes no gasten 3 o 4 euros en un taxi (con lo cual no se provocaría ningún atasco); no tenemos que ser nosotros (los que sufrimos los atascos) los que los gastemos, en el nombre de ustedes… y que además terminemos jurando en arameo.
Y para terminar, prefiero pasar por alto la actuación de un solo Policía Local, en la rotonda anterior al Colegio. De tener que actuar como tal, supongo que sería delante del Colegio, para que estos padres tan maravillosos no nos importunasen con su falta de creencia en la Seguridad Ciudadana. Claro que la culpa no es de él, sino de quien distribuye el personal. Pero eso es harina de otro costal.

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