martes, 18 de diciembre de 2007

Director 2007.12.17

Hoy les voy a dar motivo a mis detractores (los que, gracias a Dios, son bastantes) para que me sigan tildando de fascista, de ser parte de la ultraderecha y de no sé cuantas más cosas: como suelen calificar los partidarios de la izquierda a todos aquellos que no tengamos y comulguemos con el pensamiento único; que no leamos diaria y obligatoriamente el “País”; que no escuchemos segundo a segundo la Cadena SER; que no veamos los Canales de Tv de los Grupos Prisa y Bocento, amén de los del Régimen… y que no hayamos salido a las calles de la vetusta España con una pancarta en la que pudiera leerse “Aznar, asesino”. Y debo confesar, para mi propia desgracia, que leo de Pascuas en Ramos, el Diario “El Mundo”, ya que no soporto a su director, señor Ramírez, ni cuando habla ni cuando escribe; que la mayor parte de los medio días escucho y veo a la señora Campoy y sus radicales, como se desgañitan defendiendo lo indefendible; y que tengo el maldito vicio de oír Emisoras extranjeras que hablen aquellos idiomas que más o menos domino.
Debido al año y medio que llevo escribiendo a diario mi propia manera de ver y analizar las situaciones sociales y políticas, a nadie le sorprenderá saber que en esta Casa (mientras los demás Diarios se nieguen a regalarnos un ejemplar, ya que nuestro diminuto presupuesto no se puede permitir el lujo de gastar 60 euros mensuales) leemos el Diario “La Opinión”. Y en el número 2.607, del año VIII, en su primera página y a cuatro columnas, hemos podido leer lo siguiente:
“ALTOS FUNCIONARIOS DE LA DIPUTACIÓN COBRAN PLUSES DE 36.557 EUROS AL AÑO”.
Y en su interior se dice que “se reparten estos pluses económicos en los salarios de los altos funcionarios del organismo provincial. Y los responsables de los departamentos cobran, a parte del sueldo mensual, un plus de 1.944 euros”.
Ignoro de qué clase de pasta están hechos ciertos políticos; pero si lo que confesó este titular periodístico es cierto (y no tengo motivos de momento para dudar de dicha información), quiero pensar que cientos de miles de coruñeses (de la totalidad de la Provincia) deben estar en estos instantes tocando palmas. Porque después de tal complemento salarial, es de suponer que el Partido Socialista Obrero Español, y haciendo honor a sus siglas, a los “mileuristas” también les tocará parte de ese pastel. Pienso que los seis millones de pesetas anuales no creo que se los den, (o sea los 36.557 euros), pero es probable o posible que las migajas de 1.944 euros mensuales, y sueldo a parte, sí se las concedan. Y entonces, con un ingreso mínimo cercano a los 3.000 euros mensuales, nuestras administradoras del hogar (madres, esposas o compañeras) podrán llegar a fin de mes sin sobresaltos.
Perdonen que hoy sea tan irónico. Porque si escribiera lo que ustedes y yo pensamos al respecto (excepto los fanáticos), no duden de que hoy mismo entraríamos en prisión… ya que aquello de que todos los españoles somos iguales ante la Ley, me parece un chiste de mal gusto. Y máximo ahora mismo, cuando el porcentaje de la inflación se está disparando y el horizonte de un paro inminente se está acortando.
¡Ah!. Anteayer, sábado, estuve en el Teatro Rosalía Castro, presenciando la Gala que organizó “IAR”, con motivo de sus primeros 25 años de un fructífera labor… y a cuyos componentes (sin excepción) tenemos que felicitar, tanto por la organización en sí, como por su interpretación y coreografía. Ojalá que quienes estarán dentro de los próximos 25 años se sientan igual de orgullosos que nosotros.
Sin embargo me veo en la obligación de destacar algo que me llegó al corazón y que me hizo sentir una mezcla de compasión y vergüenza ajena. Y esa agria sensación la viví cuando hizo su entrada en el recinto nuestro Alcalde, don Javier Losada Aspiazu, y no se oyó ni un solo aplauso: ni siquiera el de sus adláteres ni el de sus bufones. Parte del aforo giró la cabeza, lo miró breves segundos… y cada quien a lo suyo. O lo que es lo mismo: “si te he visto, no me acuerdo”.
Y yo me sigo preguntando a más de 40 horas del pasado, ¿se guardaría ese pesado silencio y aquella espeluznante frialdad, si el que hubiese entrado en la sala fuese Paco Vázquez?.
¡Qué inteligentes y que duros son los pueblos con quienes los tratan con desprecio!

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