martes, 15 de enero de 2008

Director 2008.01.15

Director 2008.01.15
Existen fechas que jamás se pueden olvidar, siempre y cuando uno sea un bien nacido y reconocedor de aquel o aquellos que me ayudaron a formarme en este deslizante y responsable mundo de la información. Y hoy, 15 de Anero, se cumple el primer año de la desaparición física, sólo física, de don Pablo Campos Manrubia: otro de mis honorables maestros de la Radio. Porque, para mí, y para muchos profesionales de la información que hemos tenido el honor de ser sus alumnos, don Pablo Campos Manrubia, era la voz de Radio Nacional de España en La Coruña, junto a la de su compañero y director, don Enrique Mariñas. Y no sólo la “voz”, sino la vocalización perfecta de cada palabra, de cada sílaba, de cada consonante y de cada vocal… sobre todo en toda cacofonía. También fue el ejemplo de aquello que no se debió permitir jamás en la Radio: las inflexiones de voz con desacordes, ni tampoco los tonos planos, la fonética somnolienta o, como diría un progre, la cadencia trasnochada.
Otra virtud suya, en la que puso todo su empeño para que quedase grabada para siempre en nosotros, fue la honestidad profesional. Defendió aquello que creyó justo y alejado de cualquier presión política o estatal, con uñas y dientes. A don Pablo Campos Manrubia nunca se le pasó por la mente enfocar sus clases de redacción y vocalización hacia el régimen imperante en la época o en cualquier otro que estuviese activo. Teníamos que ser nosotros, y sólo nosotros, quienes nos decantásemos por un lado aparentemente apacible o por aquello que se intentaba introducir en España, con violencia y disturbios constantes.
La única guía que nos dio fue que pensásemos muy seriamente la especialidad que íbamos a escoger, antes de lanzarse al vacío. Y si le aceptábamos sus sugerencias (creo que uno seis o siete las aceptamos), a su juicio “fulanito” debe inclinarse por los deportes; “citanito”, por el control de sonido; “peranganito” por el locutor-lector; el siguiente, por el locutor-presentador… y los menos, como en mi caso, a la información política… aunque ella me traería (y me trajo) problemas con las autoridades políticas… llegando, incluso, a tener que dejar mi querida España, en el corto plazo de 24 horas, o entrar en prisión… por el delito de ser demócrata.
Y hoy, 50 años después, ando por el filo de la navaja, por seguir siendo demócrata. ¿Y saben por qué?... Porque las estructuras de los Partidos Políticos que tenemos en la actualidad, no permiten la entrada o la simple presencia de ningún demócrata.
Don Pablo Campos Manrubia, mi llorado profesor, descansa en paz y no te preocupes por este simple alumno… pero con una salvedad… ¡jamás dejaré de ser demócrata y deshonrar la hermosa amistad que me has brindado mientras estuviste entre nosotros!.
Luís de Miranda

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