miércoles, 16 de enero de 2008

Director 2008.01.16

Parece mentira que mujeres y hombres que conocen y viven de la mar arriesguen sus vidas, a pesar de que constantemente nos dicen a los seres de tierra adentro que la mar anuncia siempre su furia antes de atacar. Es más, llegan a decirnos a los que no sabemos leer las olas, que la mar es noble y transparente.
Pues bien. Partiendo de estos datos, nos sorprende que con bastante frecuencia tengamos que lamentar víctimas mortales entre esas gentes que saben y conocen cómo se comporta la mar en épocas de invierno y en una extensa área donde se encuentran o confluyen el Mar Cantábrico y el Océano Atlántico.
El que alguien crea que a estas alturas del siglo XXI las familias de los marineros viven en la indigencia, así como las familias de los propietarios de los barcos pesqueros, demuestra que no tiene idea de lo que se cuece en ese cerrado mundo y de lo que es capaz un armador con tal de seguir gozando de un nivel de vida cómodo y en algunos o muchos casos, de opulencia.
Para este pobre betanceiro, que es un servidor de ustedes, el que un armador, se apellide como se apellide, obligue a salir a la tripulación a enfrentarse a olas de 9 y 10 metros… y ocurra lo que ha ocurrido en la madrugada de ayer –por ejemplo-… algún conocedor de las leyes debería personarse ante el Juzgado correspondiente (representando a las familias que han perdido a sus seres queridos) y exponer ese abuso de poder, por parte de quien tiene suficiente dinero para pagar a los mejores despachos de abogados… y meter el muerto al hoyo y el vivo, al bollo.
Un armador, un simple timonel o el mal pagado marinero saben que con olas de 9 y 10 metros y vientos de cien y ciento diez kilómetros/hora no se debe salir a la mar, porque el resultado –en un porcentaje del 95%- es el que es: la muerte de alguno o de varios o de la totalidad de la tripulación.
Y por favor, que ningún demagogo salte a la palestra y nos diga que si no salían anteayer a la mar, sus hijos y nietos serían los muertos… por hambre.
Lo que más me cabrea, y con esto termino por hoy, es que el armador se acercará a los familiares de los fallecidos o de los desaparecidos, y poniendo una cara de cemento con apariencia sentida, les dirá simplemente que lo siente… cuando, por su experiencia, sabía que los estaba enviando a la muerte segura. Repito, olas de 9 y 10 metros y vientos de cien y ciento diez kilómetros/hora… Hasta los que nacimos al borde de la mar o de una simple ría sabemos que es una falta de moral y de humanidad lo que estos nuevos ricos presionan a sus humildes marineros.

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