jueves, 3 de julio de 2008

Director 2008.07.03

Anteayer al dar la noticia de que dos jóvenes gallegos lograron la mayor nota de selectividad y que casi rozaron la perfección, me recorrió un escalofrío por el cuerpo, ya que yo he podido vivir eso mismo que están viviendo los padres de Lucía Gil Ventoso y de Alejandro Ribero de Aguilar, en el año de 1986. Es más, creo que en el fondo de mi corazón los ubiqué como si la historia se repitiese en mi entorno.
Pero si los padres y cuantas personas quieren a estos muchachos se sienten orgullosos de la responsabilidad que han demostrado que adquirieron, no menos orgullo debemos sentir el resto de los gallegos y no gallegos por tener la fortuna de contar con reemplazantes que harán del futuro siempre incierto un mundo más equitativo y con altas prestaciones de éxitos en cadena.
Ojalá que este ejemplo sirva para que miles y miles de jóvenes se esfuercen, como ellos lo han hecho y estoy seguro que lo seguirá haciendo, porque –y como muy bien nos confesó Alejandro- “es mentira que : que quien saca un diez y dice que se puso a estudiar un día antes” lo único que nos está demostrando es todo lo contrario: que es un irresponsable. En cuanto a las declaraciones de Lucía de que “si has llevado el curso bien, te das cuenta de que la prueba era más sencilla que algunas del Bachillerato”, me recordó las de otra jovencita que dijo algo más contundente: “las pruebas de selectividad en España están pensadas para los infantes, siempre que hayas llevado el curso como Dios manda. De verdad que son muy accesibles”.
Y dejando a un lado este “rollo” (como lo definirán los malos estudiantes), pasemos a lo más concreto: que tanto Lucía como Alejandro ya saben adonde les lleva esta autopista. Y no sólo eso, sino que nunca tendrán problemas para encontrar trabajo… y dejemos que el tiempo nos lo confirme. No he conocido ninguna Empresa (y he dirigido unas cuantas) que deseche la oportunidad de contar en su staff de ejecutivos con unos profesionales tan responsables y cualificados como lo son y serán Lucía y Alejandro.
Lucía y Alejandro, recibid nuestra enhorabuena y el orgullo que sentimos de tener en esta bendita Hispania a jóvenes que nos engrandecen y nos honran.
Luís de Miranda.

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