Algunas llamadas telefónicas me felicitaban por mi deseo de que todos nos amemos… hasta, si es necesario, volvernos locos. Otras, sin embargo, dicho deseo lo encuentran ordinario y vulgar. Sea como sea, el hecho es que cada quien tiene una forma distinta de ver y analizar la vida… dentro de una sociedad formada por todos nosotros y en la que encontramos “santos”, “beatos”, caballeros, maleantes, delincuentes, terroristas, violadores, anarquistas… ¡ah! Y también nos encontramos con gente con ideas fascistas, comunistas, liberales, separatistas y anti-sistema, anti-globalización y anti-todo.
En fín, que todos tenemos cabida en esta bendita esfera, llamada Tierra. Y si la Tierra tiene la capacidad de darnos albergue a todos nosotros… y ya somos unos cuantos miles de millones… nuestros corazones tienen mil veces más de capacidad para amar. Para amar a nuestros semejantes, para amar la flora y la fauna que nos rodea, para amar a los irracionales… aunque muchos de ellos los convirtamos en exquisitos manjares, después de arrebatarles la vida, y a otros los hayamos elegido como amantes.. Sí, sí, lo he dicho bien: amantes. Porque, aunque algunos humanos nos sorprenda, la pasión por la “zoología” existe desde el principio de los tiempos. Y lo más curioso es que no morirá jamás.
Sin embargo, y por razones obvias, habemos también miles de millones de habitantes que amamos a nuestros semejantes: mujeres y hombres. Y los amamos de mil formas diferentes. Unos cantando una canción romántica, frente a la reja de su casa. Otros, robándole horas de descanso al sueño, y escribiendo frases que disparan los sentidos más bellos y sensitivos. Otros ordenando la compra de un coche, un chalet o de una joya de Tiffany. Otros regalando una o unas flores con una nota adjunta en la que puede leerse simplemente “¡Te amo!.
Parece ser que todavía quedan viejos “rokeros del amor” que le dicen a sus parejas “¡Te amo!”… que no es lo mismo que decirle “¡Te quiero!”.
Pues bien, para toda esa gente que recibe y da amor –pero amor con mayúsculas-, mi deseo es que no dejen de amarse. Porque así como somos capaces de amar a todos aquellos que nos corresponden, también somos capaces de amar a los compañeros de clase, a los compañeros de trabajo, a los vecinos y a los que nos odian… por error. Y para todos ustedes, nosotros, los que componemos Radio Social Atlántico, les invitamos a escuchar una canción que queremos se convierta desde hoy en el símbolo de la confraternidad. Su título… “… y te amaré”.
Luís de Miranda.
En fín, que todos tenemos cabida en esta bendita esfera, llamada Tierra. Y si la Tierra tiene la capacidad de darnos albergue a todos nosotros… y ya somos unos cuantos miles de millones… nuestros corazones tienen mil veces más de capacidad para amar. Para amar a nuestros semejantes, para amar la flora y la fauna que nos rodea, para amar a los irracionales… aunque muchos de ellos los convirtamos en exquisitos manjares, después de arrebatarles la vida, y a otros los hayamos elegido como amantes.. Sí, sí, lo he dicho bien: amantes. Porque, aunque algunos humanos nos sorprenda, la pasión por la “zoología” existe desde el principio de los tiempos. Y lo más curioso es que no morirá jamás.
Sin embargo, y por razones obvias, habemos también miles de millones de habitantes que amamos a nuestros semejantes: mujeres y hombres. Y los amamos de mil formas diferentes. Unos cantando una canción romántica, frente a la reja de su casa. Otros, robándole horas de descanso al sueño, y escribiendo frases que disparan los sentidos más bellos y sensitivos. Otros ordenando la compra de un coche, un chalet o de una joya de Tiffany. Otros regalando una o unas flores con una nota adjunta en la que puede leerse simplemente “¡Te amo!.
Parece ser que todavía quedan viejos “rokeros del amor” que le dicen a sus parejas “¡Te amo!”… que no es lo mismo que decirle “¡Te quiero!”.
Pues bien, para toda esa gente que recibe y da amor –pero amor con mayúsculas-, mi deseo es que no dejen de amarse. Porque así como somos capaces de amar a todos aquellos que nos corresponden, también somos capaces de amar a los compañeros de clase, a los compañeros de trabajo, a los vecinos y a los que nos odian… por error. Y para todos ustedes, nosotros, los que componemos Radio Social Atlántico, les invitamos a escuchar una canción que queremos se convierta desde hoy en el símbolo de la confraternidad. Su título… “… y te amaré”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario