martes, 30 de diciembre de 2008

Director 2008.12.30

Cada vez que analizo un Partido Político (por dentro) es increíble lo que uno puede captar si es un tanto observador. Y no me refiero a ninguno en particular: ¡todos!.
Sobre este basamento, hoy quiero comentar sobre los aspirantes a vivir a costa de nuestros esfuerzos y nuestro sudor. Y también, porque son igual de corderos, a los simples militantes: esos que están para pegar carteles en los comienzos de las campañas electorales y para servir de acomodadores y “clá” durante los mítines… y para todo cuanto no quieren hacer los aspirantes a dioses de los Olimpos.
Cuando don José María Aznar levantó su índice acusador (en este caso con muy mala leche) y señaló a don Mariano Rajoy como sucedor… ¿sucedor, de qué?... Y toda aquella banda de “pelotas” aplaudió la decisión tomada por el Presidente que dejaba a España en lo más alto de la pirámide global, se presentía –entre la gente pensante del P.P.- que aquella decisión podía ser interpretada en doble sentido. Uno.- Que le iba a demostrar a un sector de la derecha española que nuestro “galleguiño” y sus “sornas” no son válidos para gobernar una Nación de más de 45 millones de habitantes. Y dos.- Que el señor Aznar no haya elegido al mejor, para seguir disfrutando de su vanidad; y de esa forma, lo estarían recordando siempre… como así lo es.
Jamás podrán entender quienes nada tenemos que ver con ningún Partido Político como mujeres y hombres que están en boca de la población no son compatibles con la cúpula del poder central de cada Partido. Pues, miren ustedes… La razón es muy sencilla… Se trata simplemente de luchar internamente por alcanzar un escaño y rodearse de adláteres que aupen a tal o cual “trepa”, mientras por otro lado luchan por destronar al débil o al demasiado valioso. De ahí que un gran grupo de militantes, más los simpatizantes, más los votantes, no reman al mismo ritmo que los aspirantes a puestos significativos. Y el caso más palpable y sangrante lo ha tenido el Partido Popular en la propia capital de España. Una dama de gran valía y un “trepa” que no le tiembla la mano para engancharse a cualquier locomotora que le lleve hasta La Moncloa. Por cierto, me gustaría que alguien, de tanta gente que entrevisto al cabo de un año, me explicase por qué el señor Ruiz Gallardón sigue formando parte de la “plantilla” del Partido Popular.
Lo que me está gustando de las próximas elecciones a ocupar La Moncloa es que se presentarán dos damas, a las que me rindo a sus pies: doña Esperanza Aguirre y doña Rosa Díez… o si ustedes lo prefieren, doña Rosa Díez y doña Esperanza Aguirre.
A ver si de una santa vez este pueblo ibérico se deja de “balar” y empieza a pensar en el futuro de sus hijos y nietos. Lamentablemente, y todavía, este pueblo hispano piensa más con la fibra del fanatismo que con la del sentido común. Sólo basta con revisar las cintas de los mítines políticos y ver a miles de posesos chillando como “gato escaldado”… Y después criticamos a nuestros hermanos latino-americanos: a los mal llamados “Países bananeros”.
Para terminar, diré que el día que dejemos de vernos el ombligo, mejor nos irá a todos… y devolveremos a las cloacas a las ratas que nunca debieron salir de ellas. Porque hay que ver hasta que extremo se va deteriorando la otra raza. Obsérvenles y verán como se ven a si mismos y cómo nos tratan al resto… siempre que nos atisben unas elecciones a corta distancia en el tiempo.
Mis muy respetadas damas de la política española, en sus manos encomiendo mi espíritu y el futuro de mis descendientes. ¡Suerte a ambas!.
Luís de Miranda.

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