martes, 10 de febrero de 2009

Director 2009.02.10

Hace tres años, tal día como hoy, que don Francisco Vázquez ha cesado como Alcalde del Excelentísimo Ayuntamiento de La Coruña: su ciudad amada.
Presupongo, conociéndole como creo conocerle, que el comentario que voy hacer no será del agrado de Paco Vázquez, debido al gran respeto que siente hacia el Partido Socialista Obrero Español: su Partido. Pero no es menos cierto que el paso del tiempo (ese juez implacable que coloca a cada quien en su puesto) lo está situando en un lugar de honor y valorándole en su justa medida.
Jamás he silenciado desde su partida (por motivos que luego intentaré analizar) que en el Excelentísimo Ayuntamiento de La Coruña han portado el bastón de mando hombres honorables (y una dama, también) que han querido para nuestra ciudad lo mejor. Sin embargo, sólo dos de ellos han catapultado nuestra villa a niveles nacional e internacional, envidiables: don Alfonso Molina Brandao y don Francisco Vázquez. De ahí que la ausencia de ambos (uno, por fallecimiento a edad temprana; y el segundo, en contra del sentir de los coruñeses) todavía golpea a ritmo descompasado en los corazones de quienes hemos tenido la fortuna de poder estar muy cerca de ellos, por razones de trabajo.
Hace aproximadamente un año que Paco Vázquez, desde su despacho como Embajador cerca de la Santa Sede, me concedió una entrevista telefónica. Y desde entonces se han sucedido llamadas y más llamadas telefónicas agradeciéndole lo mucho que ha hecho por La Coruña y cuanto lo añoran. Al mismo tiempo -¡pobre de mí!- me solicitaban que intentase convencerlo de que regresase a la Alcaldía, cuando yo ni tengo ni puedo inmiscuirme en sus decisiones; puesto que mi afecto personal no llega ni me permite exponerle el deseo de tantos coruñeses de bien.
Paco Vázquez (hasta tanto en cuanto no sepamos realmente el porqué de su cese) ha tenido que dejarnos porque, para quienes no disponemos de la información suficiente, al señor Rodríguez Zapatero no le gustaron, entre otras, aquellas declaraciones sobre el estatuto catalán: “me produce sarpullido”, confesara con rotundidad y con esa visión de futuro que siempre le caracterizó. Porque no debemos olvidar que Paco Vázquez, político de gran talla, y sin dejar de velar y amar a su Galicia, estuvo y está convencido de que la prioridad es la Nación española, por encima de los sentimientos hacia la “patria chica”. Y la prueba más contundente la hemos tenido cuando el desastre del petrolero “Prestige”, abriendo de par en par las puertas de la Alcaldía coruñesa al Gobierno presidido por don José María Aznar para celebrar un Consejo de Ministros. Gesto éste que fue censurado y vilipendiado por los de siempre: los anti sistema. Y es que en ese día Paco Vázquez dejó patente su categoría de alto estadista.
Por personas cercanas a él y a mí, Paco Vázquez se encuentra cómodo y satisfecho con la importante responsabilidad que le está tocando ejercer. Y el que en algún momento decidiese presentarse a ocupar de nuevo al cargo de Primer Edil... puedo asegurarles que lo tiene descartado. Sin embargo, y a pesar de que su responsabilidad como Embajador es incompatible con declaraciones políticas, Paco Vázquez nos hace llegar sutilmente a todos los coruñeses su dolor y su preocupación por los derroteros que está llevando el Gobierno bipartito a su querida Coruña. No era este el camino a transitar, ni por el que tanto luchó.
Pero, ya ven ustedes, los pueblos a veces se enquistan y se olvidan de aquel que los elevó a las alturas del respeto y de la sana envidia. Nuestra ciudad tuvo y tiene lo que ella misma se buscó. Y si más tarde llegaron las lamentaciones no fueron porque no se haya advertido del peligro que corríamos, al regresar a políticas trasnochadas y de principios del siglo pasado.
La Coruña, los coruñeses de pro y sus residentes estamos cayendo por el terraplén que nos conducirá inexorablemente a la pérdida de identidad y a la mediocridad.
Y sin la menor intención de despertar en Paco Vázquez la “morriña por su ciudad de cristal”, escuchemos a continuación a Jorge Sepúlveda en una canción grabada a mediados de los años 40 y titulada “Coruña”.
Luis de Miranda.

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