lunes, 13 de abril de 2009

Director 2009.04.13


Jamás entenderé las razones por las cuales, generación tras generación, etiqueta a la mujer, como título y firma de una etapa de la Historia: “chica-ye-ye”, “sifrina”, yogurt”, “pija”, entre otras... y en la actualidad “wag”.
Las “wag”, por si algunos de ustedes no lo saben, son las actuales esposas de cualquier jugador de futbol, a título universal, que gane millones de euros/anuales. Parece ser, según informaciones que se están cruzando los corresponsales de Prensa internacional, que estas modelos “wag” son aquellas que su única preocupación que tienen durante todo el día es ir de compras. Pero no a comprar el pan, la leche, la carne, el pescado o los flanes.... No, señora. No, señor... Se van a comprar tal o cual alhaja... tal o cual vestido de té o de noche... o aquel conjunto para acompañar al “golf” al amigo de su marido... o el conjunto íntimo que estrenará en algún motel de carretera (por aquello de los paparachi).
En fín, que el único deporte que practican, despúes de dejar las pasarelas, los focos de la televisión o las canchas de tenis, es el giro de muñeca para sacar de la larga tira de tarjetas de crédito, una de ellas... pero siempre en “oro”. Y como esas “oro” no tienen problemas de límite de riesgo... ¿cual de todas las preocupaciones que nosotros tenemos, conocen ellas?... Desde el mismo día que aceptaron formar parte del reino de “las wag”... y se convirtieron -supongo yo- en princesas... Visa, Master-Card y demás congéneres están de “enhorabuena”.
Sin embargo a aquellos del sexo opuesto (genéticamente hablando), que son los esposos de las Presidencias, de los Ministerios, de las Diputaciones, de las Alcaldías, nos les llamamos “los wag”, cuando estos individuos tienen idéntica forma de ver la vida, a través de las tarjetas “oro”, ya que desconocen la cantidad dónde finaliza el riesgo de cobertura... Pero sí tienen dos puntos en común con “las wag”: uno, desconocer cuales son las preocupaciones que sufrimos quienes pagamos nuestros impuestos y vamos a jurar en arameo, en un campo de futbol: y dos, tener que esconderse de los “paparachi” cuando empiezan a conocer los restaurantes y los moteles de carretera.
Así que ya lo saben, cuando sus hijos manejen tarjetas oro, a golpe de giro de muñeca, es que ya ingresaron en la “saga de los wag”. Y en esa clase “wag” podrán disfrutar de dos cosas: de unas piernas musculosas, algunas... y de una organización política, otras y otros.
Sin embargo existe una gran diferencia entre ellos, “las wag” no irán jamás a la cárcel; mientras que los del otro grupo “wag”... depende de cómo y con quien se lo monten.
Luis de Miranda.

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