miércoles, 3 de junio de 2009

Director 2009.06.02



Ayer ha sido presentado en Madrid el libro que lleva por título, el del mismo material que supuestamente ha sido usado en los atentados del 11 de marzo, donde han perdido la vida cerca de doscientas personas... y sobre cuyo atentado los dos principales Partidos Políticos españoles nos han demostrado y siguen demostrando que no les interesa lo más mínimo quien o quienes fueron los que los llevaron a cabo.
Siempre he creído y sigo creyendo que, mas tarde o mas temprano, algún día sabremos o sabrán nuestros descendientes quienes lo han perpetrado y quien ha sido el cerebro que fijó aquella luctuosa fecha y porqué. Y es que en la Historia de cada País encontraremos siempre páginas de la misma que están teñidas de sangre inocente, por culpa de gentes sin escrúpulos y con enormes ansias de poder. Porque el Poder -como tal- es una fuerte droga que atrae a los ambiciosos y a los que, a costa de lo que sea, quieren portar simbólicamente el tan preciado “bastón de mando”: el símbolo que los “Cesares” jamás dejaron de portar adonde quiera que se hallaran.
Y es que el mero hecho de saber y comprobar que todos tus súbditos dependen de ti y de tus decisiones, es algo tan reconfortante que llegas a creer que eres el dios de los dioses; que eres el “Estado” -como proclamaba Luís XIV de Francia; que eres el “Padrino” de las “familias” sicilianas o simplemente, el chulo mas chulo del barrio o de la Nación.
Y es que, sobre esta base, siempre he creído que las luchas encarnizadas por alcanzar ese poder regional, nacional o internacional, no es para ayudar al pueblo liso y llano, sino a que el ganador pueda usar su dedo pulgar para salvarnos la vida o para condenarnos a una muerte lenta y dolorosa, en caso de no hincarse de rodillas ante su imagen.
De ahí -repito- que se opongan como se oponga quienes no quieren saber nada del 11 de marzo... algún día muchos de ustedes se quedarán con la boca abierta, a pesar de que algunos de nosotros nos quedaremos satisfechos por la verdad aplastante.
Luis de Miranda.

No hay comentarios: